«Es difícil aguantar este dolor aquí, en la caseta con otras 15 personas y niños, a 40 grados y sangrando»
«Gracias por venir aquí a ayudarnos»
«Hace 15 días que llegamos a Moria, no me encuentro bien, mataron a toda mi familia en mi casa, en Siria, delante de mis ojos y los de mi hijo; por eso lo cogí y salí huyendo de allí»
«Ustedes son como nuestros ángeles aquí»
«Me han ‘hecho el amor’ 3 veces seguidas después de pegarme, por eso empecé a sangrar y perdí a mi hijo»
«Si es niña la llamaré como tú»
«No podemos hacer más, el hospital está bloqueado»
«Vamos a intentar ayudarte»
«¿Estás preparada para poder verte?»
«Tu bebé está bien, es niño, tienes 8 meses»
«Eres muy fuerte, un ejemplo de valentía para todas nosotras»
¿Es frustración o alegría?
¿Será impotencia o esperanza?
¿Pena? ¿Fuerza?
Tal vez… no lo sé.
Son ABRAZOS rebosantes de cariño;
Ese kalimera, good morning, Salam de esperanza, un baile camerunés que une culturas y corazones, una cena afgana de ilusión, lágrimas humanas sin destino, mis lágrimas que resbalan solas al volver a mi realidad sin saber por qué…
No elegimos dónde nacemos, yo tuve suerte, pero sí nuestro presente y nuestro futuro. ¿No estás eligiendo tú lo mismo? ¿Qué eliges tú?
Quizá, algún día, sea más humanidad y solución.
María, ginecóloga. Equipo 23.
A 21 de agosto de 2019
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